martes, 4 de noviembre de 2008

Sala 8: TSOTSI

No esperaba que esta película me gustase tanto. No es que se convierta en una de mis favoritas pero sí estará en mi recuerdo como una de las que me tocaron ahí. Lo que sí me esperaba, al tratarse de una historia sobre pobreza y delincuencia, es la crudeza de algunas imágenes y, en ese sentido, no me ha decepcionado pues han sido las justas y necesarias para emocionar sin herir sensibilidades. A propósito de sensibilidad, para nada esperaba emocionarme y, en un par de momentos, lo hice. Y eso se debió a la simplicidad con que se muestran la dureza de los sentimientos humanos, sus límites y las devastadoras consecuencias que pueden ocasionar para un niño determinadas formas de vida, el perder la infancia precipitadamente y un entorno tan nocivo.
Está bien que todos los rincones de todos los países de la Tierra puedan contar sus historias. Hay ya muchas películas en las que se retratan “barrios chungos” y jóvenes delincuentes pero, según mi parecer, nunca es suficiente cuando la intención es hacer ver que hay millones de lugares en el mundo en los que si tienes la mala suerte de nacer, te condenas a repetir los mismos errores que tus antecesores una y otra vez. Puede que haya muchas como ésta pero Tsotsi es algo diferente porque el análisis queda focalizado en una sola persona y su desestructurada emocionalidad.
Por último, me gustó mucho el hecho de pasarme toda la película intentando entender la forma imprevisible de actuar del protagonista, sus motivaciones, su psicología, creencias y planes. Me encantan los personajes complicados. Definitivamente, una buena película.

Título: Tsotsi
Director: Gavin Hood
Intérpretes
: Presley Chweneyagae, Terry Pheto, Kenneth Nkosi, Mothusi Magano, Zenzo Ngqobe...
Año
: 2005
País: Sudáfrica
Sinopsis
: Tsotsi es un joven cabecilla de una pequeña banda de rateros que se dedican a intimidar y robar a gente adinerada. Psicológicamente endurecido, con unas habilidades sociales un tanto amorales y sin sentimientos aparentes, vive en un poblado chabolista de Johannesburgo, en Sudáfrica. Una noche comete una serie de estupideces, las más grandes de su vida, entre las que se encuentran: matar a un tipo, dar una paliza a un amigo, disparar a una mujer y robarle el coche (llevándose de rebote algo inesperado y frágil que había en el asiento trasero) El caos del poblado, junto a las pocas intenciones de la ley local de entrar ahí, lo protegen temporalmente. Pero desde aquella noche y debido al papel que decide asumir con respecto a “la sorpresa” que encontró en el coche, parece que algo en su mente comienza a transformarse, iniciando un viaje muy lento y escarpado hacia el cambio con consecuencias imprevisibles. Tan imprevisibles y duras como él.

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