Me gustó mucho este retrato costumbrista y de choque de culturas. Algo muy visto ya en numerosas ocasiones pero que, si se hace con sabiduría, gracia y salero, nunca está de más. Esta película es de esas que dicen en más de una escena: las cosas, por aquí, no son así. Aquí lo hacemos de otra manera. Y, a pesar de no ser una obra maestra, no tiene nada que envidiar a las superproducciones.
Prestando atención a casi todas las frases de la película me doy cuenta que son parte de la esencia de la ambientación. Me refiero a los diálogos de la gente del pueblo, sobre todo la criada que, según mi parecer, lo borda. En general, los personajes, siempre peculiares, están bien definidos (me encantan el cura y Paco). Y las interpretaciones son bastante logradas. No todas, claro está (alguna que otra lo podría haber hecho mejor).
Se hace llevadero y divertido que esos conflictos interculturales o, más bien, esas diferencias entre formas de vida sean abordados de forma tragicómica.
La situación no puede ser más típica: un joven escritor extranjero que viene a tierra desconocida y rústica en busca de inspiración. Atormentado por su vida personal, encuentra en ese pueblo, sus gentes, sus conocimientos y desconocimientos, sus costumbres y exageraciones, lo que estaba buscando. La diferencia es que éste, Gerald Brenan, existió en realidad y fue un gran amante y difusor de lo andaluz. (Este film consiste en una adaptación muy libre de una época de su vida)
Por último, el contexto creado en la mismísima
Alpujarra granadina, el entorno mágico y los paisajes de antaño, son un gran aliciente más para esforzarse por ver esta cinta.
En definitiva, una película llena de casas blancas, gallinas, señoritos, motes y tópicos populares pero, sin embargo, genial.
Título: Al Sur de Granada
Director: Fernando
ColomoIntérpretes: Matthew Goode, Verónica
Sánchez, Guillermo Toledo, Antonio Resines, Ángela
Molina, Mariana Cordero, Bebe Rebolledo...
Año: 2003
País: España
Sinopsis: Gerald Brenan es un joven inglés, poeta, bohemio y aventurero que busca un lugar a donde huir de su vida personal y donde estimular su creatividad para escribir. Encuentra la paz, por casualidad, en Yegen, un pueblo de la Alpujarra granadina que, en 1920, se encontraba inmerso aún en el siglo XIX. Allí va conociendo costumbres, rituales y gente muy diferente y va haciéndose en hueco en ese pueblo, ganando adeptos a su viento fresco en ese rincón perdido de Dios (el cura liberal, el amigo gracioso de los malos consejos, la criada supersticiosa, la jovencita guapa...) . Y, de telón de fondo, el amor: la típica relación tormentosa que suele rodear la vida de los poetas trotamundos. La historia se abre paso gracias a su reciente obsesión y se desata en un final acorde a las historias de pueblo de la época: las cosas que se dejan pasar, las cosas se callan y los sacrificios que sentencias vidas.